No leo los programas de mano antes de la obra, destruyen la ilusión y la sorpresa sobre los actores y la razón de los dramas. Prefiero enfrentarme a la indecisión y él no saber en qué estoy ni qué podré sentir. Los leo cuando voy en el bus después de la obra después de estar en total estado de afección y con esos párrafos calmo un poco tanta conmoción.
Pude estar en la presentación del viernes 17 de junio, en la obra El canto de ballenas. Me fascina de una forma increíble, reconocer los desconocidos actores, recordarlos cuando los pude ver por el edificio de la FAI, saltando, gritando, llorando, renqueando, etc. etc. o esos momentos en los que los odie cuando se ‘colaban’ en central (en los días en que era posible ir), verlos llegar en manada como niños, sobreactuando y titubeando, siendo felices a su modo y un par de años después verlos con sus rostros llenos de amor, nervios (tal vez), entusiasmo por la profesión, etc. etc. Sobre la obra, infortunadamente no pude ver el final, gracias a la no puntualidad (dilemas técnicos, supongo) del inicio de la misma.
En El canto de ballenas, los diversos estados de ánimo y sabiduría de la mujer, visto en distintos personajes. La que grita y se emociona en el momento en que se reconoce fuera de su estrecho y silencioso mundo; la desvergonzada, la cual disfruta de la vida sin ‘pelos en la lengua’, con todo su ser, su desnudez y un vientre adolorido; la bella pareja, desigual y de felicidad momentánea, lo cómico de la contradicción, diversos contextos y formas de amar, y ella, la mujer de grandes caderas, al inicio un poco callada y reservada, poco a poco se puede ver la construcción de su voz, su ánimo, su cuerpo y sus altas incertidumbres sobre el momento, el pasado y el amor del desconocido ‘padre’ de su hijo, pero del cual su corazón se manifiesta por uno solo, el indicado y elogiado. La imagen del vientre materno y poder experimentarlo, fue una magnifica sensaciones, el sonido, la sonrisa y la pesadez del estado de la mujer en embarazo, exponía los altos y bajos de la transformación y la aberración física femenina. La imagen del amor imposible, el beso negado, las manos sujetas y los silencios entre las miradas, decían mucho más que los textos.
No se debe olvidar lo bello de la improvisación, el milagro de las palabras no establecidas y fuera del guión. En mi mente quedará la imagen del auditorio totalmente a oscuras, ellas dos solas en escena, abusando de la no visibilidad, sin dejar ver sus rostros (tal vez, en medio de risas silenciosas), y ¿por qué no, aprovechar de la oscuridad?, dentro de la escena, fueron palabras maravillosas a la imaginación del público, como si todo se hubiera consumado.
Natalia Palma García.
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